Historiográficamente, está probada la presencia de Los Mártires Turolenses Franciscanos, Pedro de Saxoferrato y Juan de Perusa, así como su prisión y martirio en la Balansiya de Abu-Zayd; torturados en el palacio llamado Abd-Allah-Salvo (una finca propiedad de Abu-Zayd situada fuera de la ciudad, próxima a la puerta de la Boatella), ejecutados (probablemente en la Plaza de la Figuera-actual Plaza de la Reina-) y enterrados, primero en La Roqueta y luego en la Iglesia de San Bartolomé, en 1228. Diez años después de esto, en mayo del 1238, acampado el rey Jaime I en Ruzafa sitiando Valencia, prometió a sus consejeros franciscanos (Fray Iluminado de Rieti y Fray Guillermo de Sede), una parcela grande de tierra de realengo fuera de las murallas de la ciudad, donde habían sufrido prisión y tormento los beatos mártires de la orden, para que en ella pudieran edificar un convento. Así algo más de un año después, rendida ya la ciudad, el monarca confirmó la donación y la amplió con algunas casas; figurando como principales bienhechores, el Rey, su esposa y el hijo converso del depuesto rey moro Abú-Zayd.
El convento de San Francisco nació, como un simple edificio gótico muy sencillo, que fue ampliándose progresivamente en la medida en que muchos nobles fueron enterrados entre sus muros, aportando cuantiosas donaciones. Ya en el s. XIV el convento pasó a estar dentro del entorno amurallado de la ciudad, tras la ampliación muraria de Pedro el Ceremonioso de 1356. El primer conjunto monacal estuvo formado por iglesia, claustro, refectorio y dormitorio, al uso franciscano. La iglesia pronto amenazó ruina dada su precaria construcción, por lo que entre 1366 y 1376, se reconstruyo, siguiendo el gótico original, pero con grandes y altos contrafuertes completados por coro, ábside poligonal triple y amplias bóvedas de crucería. El conjunto fue completado con dos grandes claustros góticos de doble piso cada uno, Sala Capitular, un amplio jardín que antecedía la entrada del convento y huertos en su parte trasera junto al cementerio monacal; estando todo el recinto rodeado por un muro (ocupaba prácticamente la totalidad de la hoy Plaza del Ayuntamiento, desde la Calle La Barcelonina hasta donde hoy día se sitúan los edificios de Telefónica y de La Equitativa).
Desde el s. XIV, al XVII no se realizaron más que algunas intervenciones a modo de reforma, como añadir un Coro elevado a los pies de la iglesia y ornatos decorativos diversos, etc., pero en 1675 la iglesia fue totalmente renovada (a excepción de las bóvedas dada su altura y complejidad) al gusto barroco del momento, añadiéndole un campanario, de planta cuadrada, gran altura y que se encontraba rematado por un cuerpo rectangular menor coronado por un cupulin. En esta renovación barroca se llevó a cabo una sobrecarga decorativa exagerada (florones de gran tamaño, cornisas decoradas, modillones en las claves de los arcos, etc.), complementada por pinturas y retablos de diversos artistas como Juan de Juanes, Huerta, Espinosa, Vergara, etc. como si de un Museo de Arte Sacro se tratase. Celebrándose en 1768 entre sus muros el Capitulo General de la Orden Franciscana. En el año 1805, en una noche y sin consentimiento de los monjes fue derribado el muro que rodeaba el convento (que ya de por si se encontraba en bastante mal estado) para abrir paso a través del jardín uniendo las actuales calles de la Sangre y las Barcas, con el fin de no tener que dar un rodeo. A principios de 1812 el ejército de Napoleón invadió Valencia, muchos religiosos fueron desterrados, otros murieron fusilados y el convento fue saqueado. Tras la retirada de los franceses (el 5 de junio de 1813) comenzó la Restauración, siendo en este periodo sustraídos parte de los aditamentos barrocos (aunque en 1823 una parte del monasterio fue confiscado para el acuartelamiento de tropas), recuperando los monjes el pleno dominio en 1827 y bendecida nuevamente la iglesia en 1828.
En 1835 llego la Desamortización por el Decreto de Mendizábal, los conventos fueron cerrados, pasaron a ser organismos oficiales o malvendidos por el Gobierno y el Convento del de San Francisco y sus dependencias fueron ocupadas por el Estado que estableció en él, el Cuartel de Caballería de los Lanceros de Numancia. La presencia de los soldados contribuyó a la degradación y al abandono del convento y así en el año 1891 el monasterio de San Francisco fue finalmente demolido; con su demolición las autoridades municipales convirtieron el solar que dejó en jardín, plaza y espacio abierto al público y al comercio, a la cual se le llamó Plaza de San Francisco. Por otro lado el traslado provisional de la Casa de la Ciudad en 1854 (tras el incendio de la antigua sede) a la Casa de Enseñanza del Arzobispo Mayoral, estableció un nuevo centro urbano, contrapuesto al centro histórico; y alrededor de este nuevo centro se iniciaron transformaciones urbanísticas que dieron una nueva dimensión a la ciudad, constituyendo el marco escenográfico idóneo para el Nuevo Ayuntamiento que se hizo definitivamente con la propiedad el edificio de La Casa de La Enseñanza en 1899 y en 1904 comenzó su reforma para convertirla en Ayuntamiento.
La plaza de San Francisco, paso a constituir el nuevo centro urbano, al que para darle carácter moderno hubo que reformarlo por completo con:
1- La demolición Barrio de Pescadores (entre Calle Las Barcas y edificio de Correos);
2- El traslado de la antigua Estación de Ferrocarril (edificio de Telefónica) hasta su actual emplazamiento (Calle Játiva)
3- La ordenación de la nueva plaza (proyectada en 1927 por Javier Goerlich) uniendo tres espacios, el Parque de San Francisco, la Bajada de San Francisco y la Plaza de Cajeros, derribando para ello los edificios pertinentes y uniendo la calle San Vicente con la plaza de San Francisco (hoy Ayuntamiento). Surgiendo así el amplio espacio de forma triangular que hoy día ocupa la actual Plaza del Ayuntamiento. Estas actuaciones fueron completadas con la construcción de diversos edificios monumentales (Correos, Balanza, La Equitativa, Generali, Barrachina, Adriatica, Cervera, Ferrer, Noguera, Suay, etc.) de estilo ecléctico entre 1920 y 1936, redefiniendo la antigua plaza de San Francisco como nuevo centro urbano, siendo fiel reflejo de los acontecimientos políticos sus sucesivos cambios de nombre: Plaza San Francisco, Plaza de Espartero, Plaza de Isabel II, Plaza de La Libertad, Plaza de Emilio Castelar, Plaza del Caudillo, Plaza del País Valenciano, Plaza del Ayuntamiento…
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