Durante el periodo histórico en el que acontecieron las luchas urbanas fratricidas en la ciudad de Valencia, el final del s. XIV e inicio del S XV, y que enfrentaron a dos bandos nobiliarios con sus correspondientes valedores; se inscribe un famoso suceso acontecido el 21 de marzo de 1407 y que, por su alcance social, dio lugar a numerosas especulaciones: El asesinato del Gobernador de la ciudad D. Ramón de Boil y Dies en 1407.
Ramon de Boil y Díez fue un alto aristócrata valenciano, hijo de Pedro Boil y de Castellar, perteneciente a la Casa de Boil en su rama de Bétera; Señor de las baronías de Boil y Bétera y Gobernador de Valencia entre 1393 y 1407. Además, Don Ramon era afín a la familia Vilaragut, y según cuentan las crónicas, fue asesinado por orden de su rival Juan Pertusa, noble fiel a los Centelles; un joven, también de familia noble, pero de segunda categoría, al que le gustaba la juerga, el juego, la bebida y tenia gran fama de conquistador; teniendo un carácter pendenciero y fanfarrón.
Don Ramon fue un prohombre de la ciudad de Valencia, cuya fama fue en aumento a raíz del liderazgo armado que ejerció en respuesta al saqueo de Torreblanca, atacada por corsarios berberiscos, que se llevaron un importante botín, además de un centenar de presos y la Custodia de Torreblanca con la Sagrada Forma en su interior. Los Boïl, comandados por Don Ramon, encabezaron una flotilla armada persiguiéndolos hasta la ciudad de Tedeliz en el reino de Tremecén (la actual Dellys en Argelia), asediando, quemando la ciudad y recuperando botín, presos y Custodia con Sagrada Forma.
Al parecer ambos compartían los favores de la misma amante, Na Florentina, que se entregaba a Don Ramon por su dinero y posición social y a Juan porque era joven, atractivo y mujeriego. Na Florentina, celosa de las andanzas de su joven amante Juan, le confesó una noche que dos veces por semana la visitaba D. Ramón de Boil y Juan cayó preso de celos; porque una cosa era que Florentina le pusiese cuernos y otra que además lo hiciese con su adversario político. Además, Florentina, insensatamente le decía “…si el gobernador supiese lo nuestro, te mandaría matar…”, sabiendo que el viejo aristócrata era parco en palabras, implacable con sus enemigos y que, por su cargo, podía vengarse de ellos en nombre de la ley.
Así Juan de Pertusa empezó a observar los movimientos de D. Ramon desde su casa (cercana al Palacio del Temple), próxima al domicilio del gobernador, viendo cómo puntual a su cita, el Gobernador, dos tardes a la semana, iba a casa de su compartida amante. Varias veces estuvo tentado Juan de cortarle el paso a Don Ramon y acuchillarlo, pero la ocasión se presentó sola cuando, Berenguer Reixac, también partidario de los Centelles y que odiaba a D. Ramon, enterado de sus intenciones, se brindó a liquidarlo y a proporcionar a Juan una coartada a cambio de una cierta cantidad de florines de oro y un pasaje a Génova. El plan consistió en que la noche del 21 de marzo, Juan convoco una partida de cartas con varios jugadores, que duro hasta entrada la madrugada, momento en que un criado anuncio a los presentes la llegada de un desconocido que solicitaba hablar con el amo. Berenguer, encapuchado e irreconocible bajo mugrientos ropajes, comunicó a Juan la muerte de D. Ramon, asesinado por él cerca de su palacete y después de embolsarse la suma prometida, se fue al puerto donde partió hacia Génova. El plan fue perfecto……excepto porque Juan cometió el error de jactarse de ello ante su amante Na Florentina y esta al verse despojada de los privilegios de ser amante de D. Ramon, lejos de encubrir a Juan, lo denuncio.
La noticia corrió por toda la ciudad y dada la importancia del magnicidio, el asunto pronto se politizo por parte de las familias en pugna, desembocando en disturbios callejeros. Además, como nadie en Valencia conocía al autor material del crimen, el testimonio de Florentina planteó serias dudas y problemas a la hora de dictar sentencia. Si aquella mujer decía la verdad el problema era grave, podía desembocar en luchas de poder entre bandos, tampoco se podía juzgar a un noble como Juan de Pertusa si este insistía en su inocencia ya que este tenía coartada y aforamiento. Fue un consejero real quien, sopesando las posibilidades, propuso dejar la decisión final al propio encausado sin que este se percatase de ello, de forma que, juzgado y sentenciado, antes ser subido al patíbulo, debería ser interrogado por última vez: “…Si se declaraba culpable, se lo ejecuta; pero si declaraba inocente debe de ser indultado ya que nadie miente en el umbral de la Eternidad…”. Así con esto, hasta la autoridad real quedaría salvaguardada.
El día señalado para el encausamiento una multitud llenó la plaza del Mercado, curiosa y a la vez ansiosa por asistir a la ejecución de un noble; Juan de Pertusa llego al pie del patíbulo en un carro descubierto zarandeado e insultado por la multitud; las trompetas sonaron y se hizo el silencio y los jueces, encabezados por un alto sacerdote que mostraba una gran cruz por encima de su cabeza, se dirigieron a Juan preguntándole: “¿Matasteis vos a Don Ramón de Boil?”. A lo que Juan repuso arrogante: “Si, lo hice y de lo único que me arrepiento es de haber conocido a esa mujer que me indujo a ello “…dijo señalando a Florentina que contemplaba la escena desde primera fila. Juan de Pertusa fue ejecutado en medio de un silencio sobrecogedor y a continuación muchas voces se levantaron contra su amante, que finalmente fue apaleada víctima de una multitud furiosa.
Y así fue como el Gobernador Viejo paso a formar parte no solo de la historia de Valencia como uno de sus más populares gobernadores, sino como parte de la Crónica Negra de la ciudad. Hoy día su sepulcro, un antiguo y bello ejemplar gótico doble, esta compartido con el de su hijo Ramón de Boil y Montagut (muerto en Nápoles 1458, de donde fue virrey) en la Sala Capitular del Convento de Santo Domingo de Valencia, del cual fueron protectores y benefactores.
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