La Villa de Altura se sitúa en el Sur de la provincia de Castellón, encajada en el valle del Río Palancia y sobre la Sierra Calderona. Está situada en el camino natural que une Aragón con la Comunidad Valenciana y el término dispone de innumerables fuentes, masías, parajes, rincones naturales e importantes monumentos que la hacen Parque Natura Protegido. Fue villa romana, edificada sobre asentamiento ibero, sin embargo no hay noticias de ella hasta 1237, cuando el rey Jaime I dono a Pedro Fernández de Azagra los castillos y villas de Altura y Chelva, así como las alquerías de Cárcer y Gátova. Su nombre proviene de Castrum Huyturam, que en arabe significa fortaleza del jefe de los Huy, pero Huyturam perdió «Huy-» en favor de «Al-» por influencia árabe y también perdió la «-m» final por influencia cristiana). La primera noticia en las crónicas cristianas es de la población de Hoytura, donde el rey Jaime pernocto en el camino de Aragón a Valencia.
La población fue heredada por la segunda hija de don Pedro Fernández, que al casarse con Jaime Pérez de Jérica (hijo legitimado de Jaime I y su 3ª esposa Teresa Gil Vidaure) hizo que la villa se reintegrarse nuevamente en el patrimonio de la corona. Segorbe y Altura permanecieron unidos bajo el señorío de Jérica hasta 1296, en que fue donada a Sancho Pérez de Ribavellosa. En 1327, los habitantes de la Villa de Altura obtuvieron Carta Puebla, conformándose como municipio autónomo. Martín I el Humano le concedió en 1407 el titulo de «Villa», donandola en 1391 a la Cartuja de ValldeCrist; desde entonces existencia de la Villa quedo sometida a la Cartuja hasta 1835, fecha de la exclaustración monástica, cuando fue declarada «municipio libre».
La Cartuja de Valldecrist fue considerada como una de las más ricas de la Península Iberica, constituyendo la quinta fundación Cartujana en España (la Orden Cartuja fue fundada en 1084 por San Bruno, estableciendo en las reglas de la Orden la tradición eremítica y la vida cenobítica; los recintos cartujanos se construyeron aislados del mundo, dedicados a la vida contemplativa de oración, estudio y trabajo). Su fundación se debe al rey Pedro IV El Ceremonioso, el cual a petición de su hijo el infante Don Martín, la fundo en tierras pertenecientes al término de Altura. Según cuenta la historia, el Infante Don Martín tuvo una visión del Juicio Final en el valle de Josafat, en Jerusalén, y tomando el sueño como aviso del cielo, encontró en el Valle de Valldecrist el lugar se asemejaba al valle aparecido en el sueño y decidió fundar aquí un monasterio cartujo.
El 21 de Abril de 1383 el Papa Clemente VI, concedió el permiso para construir la Cartuja, y el 8 de junio de 1385 tomaron posesión de la misma los primeros monjes. En 1386 comenzó la construcción del claustro primitivo y se colocó la primera piedra de la iglesia de San Martín. En el año 1399 D. Martín fue coronado rey y con él se edificó un nuevo claustro y una Iglesia de mayores proporciones, concediendo a la Cartuja los señoríos de Altura y Alcublas, con todos sus derechos y pertenencias; incrementándose progresivamente su patrimonio con donaciones, privilegios, gracias reales, prebendas papales, herencias y compras. Este conjunto monástico de estilo gótico, sufrió trasformaciones neoclásicas y estuvo en funcionamiento a lo largo de seis siglos, transformándose en un importante núcleo de poder económico, cultural, religioso y político cuya relevancia quedo patente en los siglos sucesivos. Importantes figuras estuvieron entre sus muros como Fray Bonifacio Ferrer, coartífice del Compromiso de Caspe, Fray Luis Mercader, confesor de Fernando el Católico, etc. que desempeñaron el papel de influyentes priores y valedores. El monasterio alcanzo su esplendor en 1785, fecha en que se constituyó la Congregación Nacional de Cartujos Españoles y se eligió como residencia perpetua La Cartuja de Valldecrist.
Sin embargo, a principios del siglo XIX comenzó un largo periodo de crisis con la ocupación francesa, siguió con la suspensión de Órdenes Religiosas e Instituciones Monacales y termino con la definitiva expulsión de los monjes el 25 de julio de 1835. Con la Desamortización llegó el epilogo de un monacato en decadencia que encontró su punto final el 9 de noviembre de 1844, fecha que se fraccionaron y subastaron todos los bienes y tierras de la cartuja.
Fue progresivamente demolida y vendida varias veces y casi en total ruina la Conselleria de Cultura compro el recinto en 1991 y comenzó el proceso de consolidación y restauración a través de una Escuela Taller y una Asociación Cultural que trata de rescatar del olvido el monumento y la historia del que fuera uno de los monasterios más esplendorosos de la Orden de la Cartuja.; pero dicho proceso actualmente parece estancado…
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