En el interior de la Comunidad Valenciana, dejando en dirección suroeste la ciudad de Valencia y limitando con la Plana de Utiel y la Hoya de Buñol, se encuentra el llamado “Valle de Ayora/Cofrentes”. La comarca es esencialmente montañosa con dos valles que cortan su relieve, abriendo camino a las cuencas hidrográficas de los ríos que en ellos confluyen; y está situada en el límite de la región, lindando con Albacete. Son tierras regadas por los ríos Júcar, Cabriel, Cautabán y Reconque, entre los cuales se sitúan una serie de pueblos unidos por su historia y sus costumbres: Cofrentes, Jalance, Jarafuel, Teresa de Cofrentes, Cortes de Pallas, Zarra y Ayora; municipios de gran valor paisajístico, artístico y gastronómico, que conservan todavía tradiciones de origen árabe. Esta comarca es una de las de relieve más accidentado y solitario de la Comunidad Valenciana, por altas las montañas que lo caracterizan: El valle de Ayora se forma entre la Sierra Palomera y el Macizo del Caroche, en dicho valle se encaja el río Cantabán hasta llegar a Jalance, donde confluye con otro valle, el del rio Cabriel a su unión con el rio Júcar, y en medio quedan los pueblos de Jarafuel, Teresa de Cofrentes y Zarra, y un poco más aislado Cortes de Pallás.
Históricamente la comarca fue zona fronteriza, dado su difícil acceso, entre los reinos árabes y las coronas de Castilla y Aragón, por ello cambió constantemente de manos durante el siglo XIII, hasta que finalmente fue conquistada por Jaime I, quien lo cedió a la Corona de Castilla, bajo cuyo auspicio se produjo la Primera Repoblación. En el inicio del s.XIV retornó a la Corona de Aragón con Pedro III y Jaime II y sus políticas de expansión del reino, siendo ya desde el inicio de la conquista un núcleo de moriscos levantiscos dada su orografía de difícil acceso. Siglos más tarde con la Expulsión de los Moriscos en 1609 llego el quebranto demográfico y económico de la comarca, constituyendo un fuerte núcleo de resistencia (Cortes de Pallas y Jalance principalmente) duramente reprimida. El duque de Gandía, entonces señor del valle, dirigió la Segunda Repoblación, imponiendo en la zona condiciones muy duras de pagos, especialmente las referidas a la partición de frutos. Ya en el siglo XIX, durante el reinado de Fernando VII, la población del valle se opuso con fuerza a seguir cumpliendo las exigencias señoriales y fue nuevamente foco de revueltas campesinas.
La comarca es un enorme tapiz verde rodeado de montañas, cuyas cimas superan los mil metros de altitud, cubiertas de pinares, enebros, y madroños, cubiertos en su base de romero, retama, esparto y tomillo. Por todo ello es un paraíso para las actividades al aire libre: senderismo, camping, pesca, caza, piragüismo, escalada, montañismo, espeleología, parapente, bicicleta de montaña, etc. Además de esto, como todas las aguas de los ríos vierten al Júcar, entre Cofrentes y la presa de Cortes hay un tramo navegable de casi catorce kilómetros de recorrido, que atraviesa paisajes de increíble belleza. También dispone la comarca de una amplia oferta cultural, centrada en la visita a los castillos (Ayora, Cofrentes, Chirel y Jalance), las antiguas iglesias (la Asunción y el Rosario en Ayora, Santa Ana de Zarra), los lugares de interés histórico/artístico (Jalance, Cofrentes), o entornos patrimoniales singulares (la ciudad ibérica del Castellar de la Meca -siglo IV a.C.-). El visitante puede además recorrer la comarca también de manera subterránea, encontrando tesoros del arte rupestre enclavados en diferentes abrigos rocosos y sus cuevas, como la Cueva Hermosa y la Cueva de Don Juan que guardan celosamente en su interior un tesoro de estalactitas y estalagmitas creadas caprichosamente por la naturaleza durante millones de años.
Gastronómicamente los guisos principales que se preparan son los “Gazpachos de Monte” (parecido al gazpacho manchego) servidos sobre la torta tradicional, las ollas, potajes, el morteruelo, el calducho, etc. platos sabrosos recomendados para los meses fríos, y otros como el ajetao, el ajotonto, el trigopicao y las gachamigas. Junto a ellos toda una serie de pastas y dulces, como los grullos, el aguamiel y los almendrados, etc. También importantes son las frutas (melocotones y cerezas) y la miel, de producción ancestral, que todavía perdura, celebrándose todos los años la Feria Nacional Apícola. Como fiestas populares destacan por su originalidad la Batalla del Agua de Jarafuel durante la segunda quincena de agosto, el Día de los Locos de Jalance, el Carnaval y la Semana Santa en Ayora y la Falla de Cofrentes, que tiene la particularidad de ser quemada el día 1 de Mayo en vez del 19 de Marzo.
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